En la versión romana, la ninfa Eco se enamora de un hermoso y bello joven llamado Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespia. Preocupada por el
bienestar de su hijo, Liríope
decidió consultar al vidente Tiresías
sobre el futuro de su hijo. Tiresías
le dijo a la ninfa que Narciso viviría
hasta una edad avanzada mientras nunca se conociera a sí mismo. Un día, mientras Narciso estaba
cazando ciervos, la ninfa Eco siguió
sigilosamente al hermoso joven a través de los bosques, ansiando dirigirse a él
pero siendo incapaz de hablar primero, ya que la diosa Hera la había maldecido a solo poder repetir lo que otros decían. Cuando
finalmente Narciso escucha sus pasos
detrás de él, pregunta: "¿Quién está ahí?", a lo que Eco responde: "¿Quién está
ahí?". Y continuaron hablando así, pues Eco únicamente podía repetir lo que otros decían, hasta que la
ninfa se mostró e intentó abrazar a su amado. Sin embargo,Narciso la rechazó y le dijo que le dejara en paz, y se marchó
repudiándola. Eco quedó desconsolada
y pasó el resto de su vida en soledad, consumiéndose por el amor que nunca
conocería, hasta que solamente permaneció su voz. Por lo que se refiere a
Narciso, un día sintió sed y se acercó a beber a un arroyo. Al verlo, se
fascinó por la belleza de su propio reflejo, sin atreverse a beber por miedo a
dañarlo e incapaz de dejar de mirarlo. Finalmente murió contemplando su reflejo
y la flor que lleva su nombre creció en el lugar de su muerte. Se dice que
Narciso fue atormentado en el Inframundo contemplando un reflejo que no
corresponde a su amor.